Este tema que hoy planteo, aunque se hable muchas veces de él me da la sensación de que no termina de calar, vamos, que no le damos la importancia que realmente tiene para el bienestar de todos.
Innovar cada día se nos hace más necesario y por ello, la tecnología no se queda quieta, nos aprieta la conciencia de que debemos esforzarnos más para estar a la última y esto que sería lo correcto no siempre se puede alcanzar, precisamente porque los dineros a emplear en muchas ocasiones no llegan.
La transformación digital es desmedida y la innovación tiende a revolucionar la medicina y con ellos se debe revolucionar también la gestión de los recursos, lo que no significa que gastemos menos por este concepto, sino que gastemos mejor y eso en muchas ocasiones no termina de suceder.
La precisión en los diagnósticos se impone y con ello se impone igualmente que la atención y la gestión sean sostenibles y equitativas, es decir, que podamos servir nos de ello, sin olvidar que se debe buscar el uso eficiente de recursos a la vez que cuidar el medio ambiente.
Llama poderosamente la atención que se siga poniendo en tela de juicio la colaboración del sistema público y privado cuando resulta que si se busca la atención al paciente todos los recursos que aporten bienestar debieran tenerse en cuenta; todos son pocos ante una sociedad cada día más necesitada de cuidados, precisamente por el esquema poblacional de España.
Todo lo anterior se basa en la filosofía propia que deberían pensar los profesionales (seguro que la piensan e intentan llevarla a cabo), que también deberían pensar y poner en práctica quienes tienen responsabilidades políticas que deben empeñarse en alcanzar el estado del bienestar sanitario de los ciudadanos, pero todo ello choca frontalmente con la cruda realidad y es que la sanidad la ven en muchas ocasiones como un gasto, y no es así; la sanidad es una inversión que mantiene todo el sistema activo, incluida a la sociedad.
Es un momento difícil en la economía de las familias; un momento en el que la cuota impositiva de los ciudadanos está desbocada, en la que es difícil atender los gastos propios de cada uno de nosotros si se atienden los gastos (cada vez mayores) del Estado y donde se observa que son tantas las hipotecas que el Estado se compromete a pagar con nuestro dinero, que pese a la desproporcionada recaudación impositiva los recursos no llegan. ¿De dónde hay que quitar para tener un gasto más ajustado? Yo lo sé, aunque en aras a la brevedad lo dejaré para otro momento.
La falta de presupuesto y la desigualdad a la hora de adjudicar los recursos que las comunidades autónomas deben recibir del gobierno de la nación no solo son motivo de preocupación en los territorios que las conforman, sino que con la arbitrariedad en la asignación se provoca la desigualdad y con ella, la injusticia social.
Hay que llamar de una vez por todas al pan, pan y al vino, vino, y decir que nuestra supervivencia como ciudadanos en un país que debe ser de los primeros en la Unión Europea está en discusión, lejos de la excelencia y lejos también del estado del bienestar que indudablemente nos merecemos y por el que tanto pagamos.
derecho_sanitario(216)Hace unas fechas que en Zaragoza se ha celebrado un evento promovido por ASEDEF, con la colaboración del Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón, para hablar a puerta cerrada con los responsables técnicos y políticos de la salud del futuro y ahondar en el hecho de que siendo una necesidad contar con una sanidad “saludable”, se deben tener en cuenta todos los elementos nocivos que circulan a su alrededor que pueden impedir que el brillo que merece nuestra sanidad quede simplemente en color mate.